LOS LOPETEGUIS
- Grítalo

- 27 nov
- 1 Min. de lectura
Música como puente entre el vínculo de amigos y el funk fusión.
Por Ariel The Dungeon Master.

Desde Santa Helena, Temuco, en el año 2016, emergió una banda que convirtió la reunión entre amigos en resistencia. Los Lopeteguis no buscan fama ni altares; su propósito ha sido siempre tocar, reír y sostener la llama que mantiene viva la escena del sur. Su regreso en los últimos años confirma esa idea: seguir creando, sin máscaras ni pretensiones.
Su sonido es una fusión inestable entre funk, rock, blues y psicodelia, donde cada tema parece moverse por impulso más que por cálculo. Predominando el funk con columna vertebral. En el escenario proyectan un caos controlado, una energía que se alimenta de la complicidad entre ellos y de un público que ya los reconoce por su honestidad.
Entre sus filas destaca David Valdebenito, bajista con una trayectoria larga en las sombras del underground temuquense. Su presencia sostiene y da dirección a una banda que, aun en el desorden, mantiene un pulso firme.
La primera vez que los vi fue en el Festival Naturalista de Punucapa. Llegaron con una actitud distinta: una mezcla de humor, groove y crudeza que transformó el ambiente. No intentaban impresionar, sino conectar. Lo lograron con naturalidad, dejando en el aire una sensación de pertenencia.
Los Lopeteguis encarnan el espíritu efímero del underground: bandas que aparecen, desaparecen y dejan rastros que solo algunos recuerdan. En su música hay una risa que roza la melancolía, una energía que sobrevive al paso del tiempo. En cada show, la banda parece recordarnos que todo esto —los bares, las canciones, las noches— puede desaparecer, pero mientras dure, seguirá siendo real





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