En la era digital, el contenido audiovisual ha adquirido un papel central en la vida cotidiana de niños y niñas. Su acceso a plataformas como YouTube, Netflix y redes sociales ha transformado la forma en que aprenden, interactúan y se entretienen. Sin embargo, estas nuevas dinámicas también plantean desafíos significativos, especialmente en términos de su desarrollo cognitivo, emocional y físico. Estos apuntes abordan cómo el consumo excesivo de contenido audiovisual, en conjunto con hábitos alimenticios poco saludables, se relaciona con el incremento en los diagnósticos de Necesidades Educativas Especiales (NEE) en niños de entre 6 y 13 años. Además, se exploran posibles medidas para mitigar estos efectos negativos.
Si bien las conclusiones que se pueden obtener no son del todo acabadas y mucho menos concluyente, ponen al menos en la palestra algunas prácticas de las y los adultos responsables de la crianza de estas infancias y que de una u otra manera tienen un impacto negativo en su desarrollo tanto físico como cognitivo.
A lo largo del tiempo se ha observado cómo paulatinamente los diagnósticos de niños y niñas con NEE ha incrementado y particularmente a condiciones relacionadas con la atención la actividad y la concentración entre otras.
Si bien, no es el objetivo de estos apuntes desestimar o desconocer estos diagnósticos, mucho menos invisibilizar condiciones, patologías y o enfermedades mentales. Si busca discutir el origen de las mismas y cómo en algunos casos estás pueden estar gatilladas por factores propios del contexto en el que se desenvuelven las y los niños de entre 6 y 13 años de edad.
Con respecto al consumo de contenido audiovisual en niños de entre 6 y 13 años, este puede influir considerablemente en su desarrollo. Diversos estudios han demostrado que los cambios rápidos en las escenas y el exceso de estímulos visuales y auditivos de las plataformas digitales pueden sobrecargar sus sistemas sensoriales, afectando habilidades cognitivas y emocionales críticas. Por ejemplo, investigaciones han señalado que estos estímulos disminuyen la capacidad de concentración y fomentan comportamientos impulsivos, que frecuentemente se observan en diagnósticos como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Otro aspecto preocupante es cómo el tiempo frente a pantallas afecta las habilidades de interacción social. La sustitución de la interacción cara a cara por actividades digitales limita el desarrollo del lenguaje, la empatía y las habilidades de resolución de conflictos. Estos déficits pueden superponerse con los criterios para diagnósticos de Necesidades Educativas Especiales (NEE).
Con respecto a la eventual relación entre el consumo audiovisual y la alimentación. Uno de los aspectos críticos del consumo audiovisual, es la influencia que tiene en los hábitos alimenticios de los niños. Gran parte del contenido audiovisual incluye publicidad de alimentos ultraprocesados ricos en azúcares y grasas saturadas. Estas campañas publicitarias están diseñadas para atraer a los niños, fomentando el consumo de productos poco saludables. Esto se traduce en un aumento del riesgo de obesidad, diabetes y otros problemas metabólicos.
En efecto, un informe del Instituto de Políticas Públicas y Mercadeo de la Universidad de Stanford, señala cómo las estrategias publicitarias utilizan personajes animados, colores llamativos y música pegadiza para captar la atención de los menores, especialmente en productos como alimentos altos en azúcar, juguetes y tecnología. Otro estudio relevante es el de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en 2016 evidenció cómo la publicidad de alimentos no saludables está dirigida de forma desproporcionada a los niños, influyendo en sus hábitos alimenticios y contribuyendo a problemas como la obesidad infantil.
Esto ultimo parece un tanto descabellado, pero es un asunto que se puede observar desde diferentes puntos de vista, ¿será ético?, ¿será moral?, ¿solo es comercial? No es materia ni cuestión del presente apunte, pero sin duda es un antecedente a considerar.
Si a esto sumamos factores ambientales y/o contexto, no tan complejo imaginar a un/a niño o niña sentado frente a una pantalla comiendo un snack y bebiendo una bebida carbonatada, para que hablar de las energizantes, eso será materia de otro apunte.
En este sentido la relación entre la dieta y el desarrollo cognitivo también es significativa. Una dieta pobre en nutrientes esenciales, como los ácidos grasos omega-3 y las vitaminas del complejo B, puede afectar negativamente las funciones cerebrales. Por otro lado, una dieta balanceada rica en frutas, verduras y proteínas magras puede mejorar el rendimiento escolar, la capacidad de atención y la regulación emocional.
En relación a lo anterior es necesario comprender que si bien una dieta balanceada parece ser una salida obvia, no lo es tanto en sectores sociales desfavorecidos, ya que las deprivaciones no son solo económicas, sino también culturales y educativas, esto se hace más evidente al conocer los argumentos de las/os cuidadores responsables del bienestar de las infancias, pues en ellos se puede evidenciar fácilmente que no existe conciencia sobre el daño, es decir, existe un nivel de ignorancia en la materia que no es más que el resultado de la segmentación social. Por tanto, no resulta pertinente apuntar o cuestionar de manera punitiva, más cuando se ha tenido a acceso que estos cuidadores y cuidadoras en cuestión no han tenido, por las razones que se, es preciso entonces acompañar el conocimiento y el aprendizaje de estos adultos responsables, más aún si se trata de niños y niñas ya diagnosticadas o con evidentes condiciones que limitan su normal desarrollo.
Por otra parte, el tiempo frente a pantallas está asociado con el sedentarismo, lo que agrava los efectos negativos de una dieta poco saludable. Los niños que pasan muchas horas frente a dispositivos electrónicos tienden a consumir alimentos de baja calidad nutricional mientras ven contenido, reforzando hábitos perjudiciales.
En materia escolar existe un significativo aumento de los diagnósticos de NEE, esto puede estar estar vinculado al impacto combinado del consumo audiovisual y una dieta inadecuada. Trastornos como el TDAH, las dificultades de aprendizaje y los problemas de regulación emocional son cada vez más frecuentes en niños de este rango etario. Este fenómeno puede explicarse en parte por la sobreestimulación sensorial y los déficits nutricionales que afectan las funciones cognitivas y emocionales.
Es importante considerar que el entorno escolar también desempeña un papel en estos diagnósticos. Los docentes y especialistas en educación están cada vez más atentos a las dificultades de los estudiantes, lo que puede contribuir al aumento en las evaluaciones y diagnósticos formales. Sin embargo, estos problemas no siempre se abordan desde un enfoque preventivo, lo que subraya la necesidad de estrategias integrales.
Desde una mirada pedagógica es recomendable considerar algunos aspectos esenciales en el abordaje de estas problemáticas asociadas al consumo audiovisual y la alimentación
Supervisión de contenido: Los padres y cuidadores deben monitorear los productos que los niños consumen, priorizando plataformas educativas y limitando el acceso a publicidad nociva.-
Promoción de una dieta saludable: Es fundamental fomentar el consumo de alimentos ricos en nutrientes esenciales, evitando los productos ultraprocesados.- Fomentar la actividad física: Las escuelas y familias deben incentivar actividades al aire libre que promuevan el desarrollo físico y emocional.-
Establecimiento de límites de pantalla: La Organización Mundial de la Salud recomienda limitar el tiempo frente a pantallas para garantizar un desarrollo equilibrado.-
Formación docente: Capacitar a los docentes en estrategias para identificar y abordar dificultades de aprendizaje relacionadas con estos factores.
Contar con una buena higiene del sueño: respetar los horarios recomendados de sueño y descanso en niños y niñas.
Algunas referencias:
Consumer. (2024). Obesidad infantil: El impacto del tiempo frente a pantallas y la publicidad alimentaria. Recuperado de https://www.consumer.esRedacción Rosario. (2024). Publicidad de alimentos y su relación con la obesidad infantil. Recuperado de https://www.redaccionrosario.comUniversidad de O'Higgins. (2024). Pantallas y desarrollo infantil: Cómo el uso excesivo afecta el lenguaje, la empatía y las habilidades sociales. Recuperado de https://www.uoh.cl
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