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𝗘𝗟 𝗗𝗘𝗦𝗘𝗢, 𝗟𝗔 𝗖𝗢𝗠𝗣𝗘𝗧𝗘𝗡𝗖𝗜𝗔 𝗬 𝗘𝗟 𝗔𝗣𝗢𝗬𝗢 𝗠𝗨𝗧𝗨𝗢.


𝑽𝒊𝒔𝒊𝒃𝒊𝒍𝒊𝒛𝒂𝒓 𝒍𝒂 𝒑𝒖𝒏𝒕𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝒊𝒄𝒆𝒃𝒆𝒓𝒈 𝒆𝒔 𝒇𝒖𝒏𝒅𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂𝒍 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒑𝒐𝒅𝒆𝒓 𝒅𝒊𝒔𝒄𝒖𝒕𝒊𝒓 𝒅𝒆 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒆𝒕𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 𝒚 𝒂𝒑𝒐𝒚𝒐 𝒎𝒖𝒕𝒖𝒐.

El ser humano aprende a desear imitando al otro, ya que por sí mismo no sabe desear, solo siente el impulso… El querer tener, poseer, apropiarse. Por ende, observa y copia y en este andar aparece la rivalidad y con ello la pugna y competencia, la que solo es superable cuando estos logran un acuerdo, se establecen parámetros interpersonales que les permiten coexistir sin arrancarse los ojos…


Como los niños y niñas cuando pelean por un juguete, ambos lo quieren y los tiran de lado a lado, hasta que caen en la cuenta de que si continúan en esa puja ninguno de los dos podrá disfrutar del juguete.


Pese a lo anterior, la evidencia nos muestra que no ha sido esta la lógica de la humanidad en su conjunto, mas bien avanzamos en sentido contrario, robusteciendo las individualidades, generando más competencias que nos permitan quedarnos con el juguete, es decir ganar, y esta palabra trae consigo, a mí siempre cuestionable juicio, una carga que se subestima en muchos contextos y principalmente en materia educativa.


Ganar es sinónimo de competencia, y no de competencia con mi propio desempeño, nadie dice me gané en esto o lo otro, sino de competencia con el otro y simultáneamente cuando existe un ganador hay también un perdedor, otro concepto al que se le atribuye lo antagónico del ganador.


Imitamos al otro para conseguir el juguete, pero solo para nosotros en una lógica del ganar perder, que precisamente es la que impera bajo el modelo actual tanto económico como social.


Es preciso entonces, si logramos reconocer que aquí hay al menos un conflicto entre el sentir y el querer, que se tome acciones concretas, que a su vez permitan avanzar en una lógica co - constructiva del apoyo mutuo.


Cómo resolver el problema del juguete sin establecer un ganador, o quitando la idea de que al menos quien lo tome primero será quien gane, aunque luego lo comparta, es un asunto por decirlo menos complejo, mas si consideramos la premisa de Girard en relación a que los seres humanos somos objetos de deseo, pero no sabemos desear, por ende, copiamos para así poder obtener lo que deseamos. Podemos centrarnos en algunas preguntas como, A quién le copia, desde dónde surge la idea de la propiedad, qué nos hace pensar que debemos ser nosotros los “dueños” o los primeros…


Aquí, y apuntando a las infancias, es que debemos necesariamente cuestionar algunas de nuestras prácticas desde nuestra adultez, las mismas que mencionaba en el párrafo anterior, no ahondaré en ellas, pues si no existe la visibilización de la problemática el texto redundaría en conceptos y perderá el sentido.


Más allá de pensar que la idea de que una sociedad colaborativa es idílica o no, es necesario que veamos esta punta de iceberg. Tanto nosotros como nuestros niños y niñas están inmersos en un sistema que los obliga a competir con otros, a ganar a otro, y cuando se habla de colaboración y de apoyo mutuo se pone un tinte romántico a las diversas situaciones… “Debes ayudar a tu amiguito que le cuesta más…” En lugar de propiciar que también descubra y reconozca sus limitaciones, las ponga sobre la mesa y así poder avanzar de manera colaborativa en los empeños que se proponga.


La situación en las relaciones interpersonales de los adultos dentro de los llamados equipos de trabajo no es diferente. Parece paradójico que un equipo compita entre sí para saber quién es él o la mejor en tal o cual cosa, buscando superponerse por los demás.


Por otra parte, el concepto de equipo también hace mucho ruido… Un equipo compite con otro como en el fútbol, entonces alguien pierde o gana, y dejan de lado que los 22 jugadores están haciendo deporte, jugando y disfrutando de hacer lo que les gusta… (Ganar-ganar v/s Ganar-perder)


Ya lo decía en el texto anterior, “O nos cuidamos o nos extinguimos…” Crear relaciones y contratos sociales que apunten a la colaboración y el apoyo mutuo es fundamental, acompañar a nuestras infancias en este proceso es trascendental, no solo para el bien estar, el buen vivir, el küme mongen, sino también para equilibrar la balanza entre nuestro Eros y nuestro Tánatos


Es entonces necesario poner en la mesa la cuestión de la competencia, el rollito de quién gana y quién pierde… O todos ganamos o nos perdemos…

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Felicidad.

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