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ALAN ROCK | La autenticidad es lo único que realmente perdura.

Con más de dos décadas de trayectoria, el músico temuquense Alan Aedo —conocido como Alan Rock— repasa sus inicios, la evolución de la escena local y la fuerza que lo impulsa a seguir creando. Desde el blues hasta el rock más moderno, su historia es un testimonio de perseverancia, independencia y amor incondicional por la música.


Alan Rock

Alan Aedo, conocido en escena como “Alan Rock”, es un músico cuya trayectoria ha captado la atención de quienes siguen el rock y las expresiones musicales independientes en La Araucanía y más allá. 

Su música combina influencias locales, rock moderno y una sensibilidad que refleja tanto lo íntimo como lo colectivo. En esta entrevista, recorreremos sus inicios, los desafíos superados, sus visiones sobre la escena local y las proyecciones que lo animan a seguir creando.


Orígenes

¿Cuándo descubriste que la música iba a ser algo serio para ti, no solo un pasatiempo?

 Siempre pensé en tocar; solo quería hacerlo. Nunca dije “voy a trabajar de esto”, simplemente lo hice y lo sigo haciendo hace más de 20 años. En mi mente siempre hay música, riffs, shows, grabaciones, canciones. Al principio fue contra viento y marea, pero con el tiempo todo se fue dando de buena forma para poder hacerlo bien.


¿Cuál fue tu primera experiencia con un instrumento, una banda o un escenario? ¿Tienes algún recuerdo de ese primer show que te marcó?

 “Carnacié” a mi papá durante todo un año porque quería aprender guitarra. La Navidad del año 2000 llegó con una guitarra, y ahí mi vida cambió. Tocaba todo el día, aprendiendo acordes con los cancioneros de Los Prisioneros que se vendían en ese tiempo. En el liceo iba con la guitarra en lugar de mochila y tocaba en los recreos. Cuando aprendí guitarra eléctrica, soñaba con tocar en el liceo, pero nunca se dio la oportunidad.


¿Qué influencias musicales tempranas definieron tu estilo (bandas, discos, músicos locales, historias familiares)?

Mi mamá siempre escuchaba música —Ana Gabriel, Marco Antonio Solís y la Radio Pudahuel—; eso me hizo escuchar música desde muy chiquitito y me llamó la atención cómo estaba hecha. En el barrio se escuchaba mucha cumbia, y sin saber nada aún, hacía air guitar con esas canciones. Luego, cuando nos cambiamos de barrio el año 2000, conocí a unos amigos de Santiago que me mostraron Guns N’ Roses, Metallica e Iron Maiden. Pero el punto de inflexión fue cuando mi amigo Álvaro Ulloa me mostró Eric Clapton – Unplugged. Después de escuchar “Layla”, ya no fui el mismo. Ahí empezó mi amor por el blues.


¿Cómo era la escena musical en tu ciudad cuando empezaste? ¿Qué recursos (espacios, instrumentos, redes, apoyo) estaban disponibles?

Tocaba solo con pistas, sin conocer músicos, aunque ya había muchas bandas activas y otras consagradas, como Rockalmasiao, quienes siempre me apoyaron. 

Había varios espacios como El Fozo, La Constructora, Medievo y El Híbrido. Siempre existió apoyo entre músicos, aunque el gran problema sigue siendo el mercado laboral: la música en Temuco está muy mal pagada. Antes se podía vivir de esto; hoy, solo si no tienes mayores responsabilidades.


Carrera en desarrollo

¿Cuál fue el primer gran obstáculo que enfrentaste al intentar grabar, difundir tu música o tocar en vivo? ¿Cómo lo superaste?

No tenía cómo grabar. Usaba la entrada de micrófono del computador y el programa Cool Edit. Así hacía mis primeras maquetas. En vivo tocaba con pistas y una pedalera Korg. Con eso partí, sin muchas herramientas, pero con muchas ganas.


¿Hay alguna anécdota que siempre recuerdes como punto de inflexión —positivo o negativo— en tu camino como músico?

Trabajar de noche en bares como El Rancho de Víctor o Medievo me abrió puertas. Ahí conocí gente, me hice un poco conocido y tocaba la música que me gustaba. 

Había varios espacios como El Fozo, La Constructora, Medievo y El Híbrido. Siempre existió apoyo entre músicos, aunque el gran problema sigue siendo el mercado laboral: la música en Temuco está muy mal pagada. Antes se podía vivir de esto; hoy, solo si no tienes mayores responsabilidades.


Carrera en desarrollo

¿Cuál fue el primer gran obstáculo que enfrentaste al intentar grabar, difundir tu música o tocar en vivo? ¿Cómo lo superaste?

No tenía cómo grabar. Usaba la entrada de micrófono del computador y el programa Cool Edit. Así hacía mis primeras maquetas. En vivo tocaba con pistas y una pedalera Korg. Con eso partí, sin muchas herramientas, pero con muchas ganas.


¿Hay alguna anécdota que siempre recuerdes como punto de inflexión —positivo o negativo— en tu camino como músico?

Trabajar de noche en bares como El Rancho de Víctor o Medievo me abrió puertas. Ahí conocí gente, me hice un poco conocido y tocaba la música que me gustaba. 

Mientras otros cantaban Chayanne o Enanitos Verdes, yo tocaba Gary Moore, y al público le gustaba —público que no tenía nada que ver con el rock—. Aprendí a desenvolverme en el escenario, hablar al micrófono y cantar con potencia. Esa etapa fue mi escuela.


¿Cómo has manejado la combinación entre lo creativo y lo práctico (marketing, redes sociales, producción, finanzas)?

Aunque conozco la tecnología, soy bastante desapegado a las redes en el sentido de trabajar con ellas. Hoy el músico debe ser su propio productor, community manager y contador. Lo mío sigue siendo crear. Sin embargo, entiendo que difundir el trabajo también es parte del oficio.


¿Qué parte del proceso creativo disfrutas más (composición, ensayo, grabación, presentación) y por qué?

El estudio. Es mi lugar, “la zona”. Ahí siento que puedo mostrar todo mi potencial como músico y productor. 

Tocar en vivo también tiene su magia. He tenido la oportunidad de estar en grandes escenarios, y la energía es única.


La escena local

¿Cuál es tu percepción de la escena rockera / musical independiente en La Araucanía hoy? ¿Cuáles son sus fortalezas y sus debilidades?

Hace años que la escena está viva y presente. Hay grandes artistas que han llevado el nombre de la región al país entero, como Juanjo Montecinos, Colelo, Cuervo o Invernadero. Hay mucho talento. Existe una tendencia a achicarse ante músicos de Santiago, Concepción u otros lugares. Yo digo que los mejores músicos del país son de la región.


¿Qué espacios culturales o festivales locales crees que están haciendo bien su trabajo? ¿Y qué falta, qué debiera mejorarse?

El Ruka & Roll ha hecho un gran trabajo. Han traído artistas como Alejandro Silva y Dorso, y he tenido el honor de participar cuatro veces, incluso haciendo masterclasses de guitarra blues. Sí queda al debe el tema de la difusión: un festival así, en su novena versión, se merece un mejor trabajo comunicacional.


En cuanto al público local: ¿cómo ha respondido tu música? ¿Hay algo que te sorprenda de quienes te escuchan?

 Me sorprende la diversidad. Gracias al streaming, tengo oyentes desde Alemania y Noruega, hasta amigos en Alaska que me escriben para saludarme y enviarme buena vibra.

Saber que alguien al otro lado del mundo escucha mis canciones es algo increíble. También me llama mucho la atención cómo los niños reaccionan a mi música, especialmente al sonido de la guitarra; se quedan mirando, atentos. Cuando tuve la oportunidad de tocar blues y mis temas en las calles de Temuco, fueron justamente los niños los primeros en acercarse, bailar o preguntar cosas sobre la guitarra. Eso me llena el alma, porque muestra que la música conecta sin edad ni idioma.


¿Cómo ves la relación entre músicos emergentes y medios locales (radios, revistas como Grítalo, plataformas digitales)? ¿Funciona? ¿Qué debería cambiar?

Debe fortalecerse. La colaboración entre artistas y medios es esencial para visibilizar lo que pasa en la región. Cuando se trabaja juntos, la escena crece. Tenemos que creer que somos una gran región en lo musical, porque lo somos. Hay agrupaciones como Humo de Temu que están haciendo un trabajo tremendo en todo lo relacionado con el arte, la música y las redes sociales, visualizando y posicionando a La Araucanía en espacios importantes, como ferias nacionales del nivel de Feria Pulsar. Además, Grítalo apareció como algo nuevo y fresco. No teníamos una revista así en el medio local, y eso ayuda muchísimo a difundir la música y a los artistas a través de la lectura. 

Son esfuerzos que suman y que demuestran que cuando hay pasión y compromiso, la escena realmente se fortalece.


Reflexiones personales y proyecciones

¿Qué te motiva hoy día para seguir componiendo y tocando? ¿Cuál es tu motor interno?

Mi motor sigue siendo el mismo: la necesidad de crear. La música es mi forma de procesar el mundo, de transformar lo cotidiano en arte.

Me mueve el amor de mi familia, el entorno y la lucha del día a día en una sociedad que no descansa. Todo eso me inspira a seguir escribiendo y tocando. La salud mental es un tema muy presente en mis letras y en mi manera de ver la música; componer se ha vuelto una forma de sanación, de equilibrio y de expresión auténtica.


¿Dónde te gustaría estar artísticamente en cinco años? ¿Qué tipo de música hacer, con quiénes, en qué escenarios?

Espero seguir en este mundo todavía (jajaja). Me gustaría estar en escenarios grandes, compartiendo con artistas que admiro y llevando mi música a otros países. Pero, por sobre todo, quiero seguir grabando, componiendo y produciendo.

Deseo enseñar a mis hijos y transmitirles mi amor por la música. Soy un agradecido de la vida por haber recorrido el país tocando, por haber compartido escenarios con grandes artistas, grabado discos, producido y, sobre todo, por poder tocar mi propia música y que sea apreciada. Eso no tiene precio. Sinceramente, me siento agradecido de todo lo que la música me ha dado. Los sueños, del tamaño que sean, se cumplen.


¿Has pensado en innovar con nuevos géneros, fusiones o colaboraciones que aún no hayas explorado? ¿Cuáles serían?

 Rock-reguetón… creo que aún no existe (jajaja).

Sí, me gustaría fusionar el blues con elementos electrónicos, algo más moderno, sin perder la esencia que me define. También me motiva colaborar con músicos jóvenes que traen nuevas ideas y miradas frescas. Además, tengo pensado, a futuro, hacer un disco de rock blues con versiones de canciones chilenas reinterpretadas a mi manera. Sería una forma de rendir homenaje a nuestra música desde mi propio sonido.


¿Qué consejo le darías a alguien que está empezando ahora en la música independiente, en Temuco o en La Araucanía?

Que lo haga por amor a la música, no por fama. Que no se frustre si no ve resultados inmediatos. Esto es una maratón, no una carrera corta. Perseverar, aprender y disfrutar el camino. Aprender es lo más lindo de este oficio.

Mi gran escuela fue tocar y tocar, en todos lados: desde las calles de Temuco y los bares donde había apenas dos personas, hasta escenarios enormes con quince mil. Cada experiencia enseña algo, y esa constancia es lo que realmente te forma como músico.

 Haz lo que te guste y crea la música que salga de tu corazón. No te dejes cegar por las palmadas en la espalda. Sé fiel a ti mismo, porque la autenticidad es lo único que realmente perdura.


Cierre

¿Algún proyecto próximo del que puedas adelantar algo? (álbum, conciertos, colaboraciones)

Sí, estoy trabajando en un nuevo álbum que verá la luz en 2026, y que podría venir acompañado de una gira si todo se da como esperamos. Estoy enfocado en componer con calma, sin apuro, pero con mucha convicción. La idea es que este trabajo refleje una nueva etapa, con un sonido más maduro y una propuesta más personal. Esperando que se dé todo, nomás.


Si tuvieras una frase o mantra que resuma tu visión actual como músico, ¿cuál sería?

¡Vamos nomás! Porque la vida, como la música, no espera. Hay que seguir tocando, aunque el camino sea difícil. Vamos con todo, nomás.


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