Guerra de Arauco | Invunche
- Grítalo
- 8 may
- 3 Min. de lectura
La letra de "Sangre derramada en las fauces de la tierra" de Invunche, incluida en el álbum A imagen y semejanza (2017), articula una cruda narrativa poética que remite directamente a las heridas abiertas del conflicto histórico entre el Estado chileno y el pueblo mapuche. Desde un enfoque sociohistórico, este texto puede leerse como una rearticulación crítica del relato oficial de la llamada Pacificación de La Araucanía, nombre eufemístico que intenta encubrir una de las campañas de ocupación más brutales en la historia del sur de Chile.
Guerra de Arauco
(Invunche)
Sangre derramada en las fauces de la tierra
Baña las praderas, riega el dolor
Historia que hierve la sangre de las venas
Con un solo un vencedor
Victoria por la fuerza, la muerte y el dolor
Gritos de guerra adornaban el amanecer
El picunche sobre Santiago proclamo
La matanza sobre el colonizador
Entre macanas y lanzas sangrientas
Se tuerce el guerrero araucano
Entre fusiles y espadas de acero
Despedazando al hombre invasor
Gritos de guerra alzando la voz
Por los caídos en sangre y sudor
Mutilaciones y degollaciones
El de la cruz en su pecho arderá
En el ritual de aquel corazón
Despojado al mejor guerrero
Bajo la luna se afilan las flechas
Mientras el diablo carga el cañón
Carga el cañón
La llamada “Pacificación de la Araucanía” (1861-1883) fue, en realidad, un proceso de conquista militar y colonización forzada del territorio mapuche por parte del Estado chileno. La canción subvierte este relato institucional al denunciar que no hubo pacificación, sino “sangre derramada”, “fusiles y espadas”, “mutilaciones y degollaciones”. En este sentido, Invunche recurre a una narrativa contracolonial que recupera la voz del vencido, del guerrero araucano, borrado del canon oficial.
El texto revaloriza la lucha mapuche como una gesta heroica y profundamente simbólica. Frases como “el picunche sobre Santiago proclamó la matanza sobre el colonizador” y “se tuerce el guerrero araucano” evocan imágenes de enfrentamiento directo, resistencia y sufrimiento, en clara alusión a la Guerra de Arauco (siglos XVI al XIX), una de las más prolongadas en la historia de América.
El uso de términos como “macanas”, “lanzas”, “flechas”, junto con la presencia de rituales como el despojo del corazón del guerrero caído, también remite a la cosmovisión guerrera y espiritual mapuche, que concibe el conflicto no solo como bélico, sino también como parte de un orden cósmico.
La línea “El de la cruz en su pecho arderá” carga una fuerte crítica anticlerical y anticolonial, señalando a la Iglesia como cómplice del genocidio. Aquí se desenmascara el rol de la evangelización como instrumento de dominación cultural, despojando al indígena de sus creencias ancestrales y de su dignidad.
La canción despliega un léxico crudo: “mutilaciones”, “degollaciones”, “despedazando”. No hay romanticismo ni redención. Hay dolor, sangre y memoria corporal. Esta violencia no es gratuita: es una forma de devolverle cuerpo y materialidad a una historia muchas veces silenciada, estetizada o simplemente omitida.
La elección del metal extremo como forma musical no es casual: es un género que históricamente ha sido refugio para críticas radicales, expresiones de furia, marginación y antiautoritarismo. En este contexto, Invunche ocupa el metal como arma sonora y política para amplificar la historia de una nación que aún hoy resiste, en un territorio donde el conflicto por la tierra, la autonomía y la memoria sigue tan vigente como en el siglo XIX.
Invunche crea con esta letra una pieza de memoria insurgente, donde el canto a la violencia no glorifica la barbarie, sino que la denuncia como un dispositivo del poder estatal y colonial. La canción se inscribe en una tradición de arte contrahegemónico que reclama la voz de los vencidos, que no son vencidos del todo, sino resistentes eternos.
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